domingo, 2 de octubre de 2011

Heroes de España. Luis Vicente de Velasco e Isla.

Puesto que nuestro sistema educativo actual desprecia por sistema nuestra Historia, pretendo hacer de mi blog una ventana a toda esa historia que hicieron grande e nuestro país y lo envolvió de un antiguo esplendor al que haý que ir sacándole brillo. Dentro de esos grandes hombres que hicieron que el nombre de España fuera temido y respetado se encontraba uno de los mejores comandantes que tubo la Real Armada Española bajo el nombre de Don Luis vicente de Velasco e Isla, casi ná.Uno de los mejores marinos que tuvimos y que se caracterizó siempre por ser un hombre valiente, decidido y un patriota sin parangón, de los que pasarían por la quilla a más de uno de esos revientapatrias que tenemos en éstos tiempos ocupando poltronas.

Nació Velasco en Noja, con lo que era cántabro de pura cepa, en mil setecientos once. Era precoz el muchacho y, a los quince años ya era guardamarina de la Real Armada. Recibe su bautismo de fuego con dieciseis años y se hace común su presencia tanto en buques que luchaban contra los berberiscos cómo en la Carrera de Indias, cómo escolta o guarda costas. 

Dicen los ingleses que su capacidad naval siempre ha sido superior. Craso error creerse tal patraña. De hecho, hasta Trafalgar, ver el pabellón español en lo alto de un palo era motivo para que el inglés se fuera a cambiar los pantalones por indisposición sobrevenida. El hecho de que al final de una batalla el sajón quedara como un pulpo a la gallega dice mucho de nuestra fuerza en el mar. Un hecho que ilustra ésto y que se vincula a la gloriosa carrera de Velasco es cuando en mil setecientos cuarenta y dos demostró su temple y lo grande que los tenía. Iba nuestro marino en viaje rutinario de La habana a Matanzas con una fragata de treinta cañones. Los ingleses, desplazados por la zona de Jamaica tenían buques que iban y venían de Inglaterra y se dedicaban a tocar, someramente, las gónadas a los barcos enemigos que se encontraban por la zona. En éstas, una fragata de mayor tonelaje y número de cañones divisó pabellón español. Tras cambiarse los pantalones, ésto era el primer impulso cómo ya dije antes, vieron que no era gran cosa. Apenas una barca con cañones y se dispusieron a darle caza.

El inglés ha formado su Historia merced de mentir sobre la forma en que se sucedieron los hechos. En éste caso seguro que contarían que la fragata era enorme y que tenia cien cañones, por lo menos. El hecho real es que, además de la fragata británica, otro bergantin se aproximaba por sotavento, con escasez de viento y escorando a babor con las piezas en preparativa por lo que pudiera pasar. Velasco se conocía la historia y no duda ni un segundo. A tomar viento el parlamento y la charla y manda una andanada a la fragata. Ésta, pillada por sorpresa intenta responder. Es tarde. No hay enemigo pequeño y Velasco aprovechando la maniobravilidad de su buque se pone en liza para, al abordaje, tomarle el buque al inglés. El bergantín que ve la escena desde lejos no puede intervenir, el viento es insuficiente y todo acaba antes de que puedan siquiera llegar a distancia de ataque. Deja una guarnición de respeto en la fragata y regresa a su buque preparándose para ir a por el bergantin.

Éste, sorprendido ataja para ponerse en posición de ataque pero es tarde. De nuevo el pez pequeño se come al grande y con una pericia y precisión, tanto de artilleros cómo de cañones, se abre, de un certero doble disparo una vía de agua en el buque británico que comienza a hundirse. Arrían la bandera de combate e izan la de auxilio. Velasco, que en dos maniobras que los ingleses no hubieran visto posibles ni en mil años, se hace con los dos barcos. Tras prestar auxilio a los del bergantin, desarma la tripulación y procede a remolcarlos a La Habana, a donde llega con dos buques enemigos apresados con tripulaciones que doblaban, con creces, la de su propia fragata. Todo ello ante la sorpresa de los habaneros que no daban crédito a lo que veían.

Velasco comenzaba así a hacerse un nombre en la Historia de España. Otro hecho acaecería  a posteriori engordando no ya su carrera sino la leyenda que empezaba a ser. El hecho fue conocido en Madrid y el mismo Rey de España, Fernando VI le concedería el mando del Navío de Línea La Reina. Todo ello por lograr en mil setecientos cuarenta y seís reducir, con sólo dos pequeños jabeques de reconocimiento a una fragata inglesa de treinta y seís cañones y ciento cincuenta hombres. Vacaciones pagadas en La Habana por cortesía de Velasco para los británicos. Contra todo pronóstico, los buques españoles no sólo superiores a los ingleses, mandando al carajo la teoría de que aquellos tenían barcos mejores, sino que a nivel de tripulaciones, las españolas, al menos hasta finales del XVIII estaban mejor formadas y entrenadas y sus cuadros de mando eran superiores en formación y desarrollo a los de la Pérfida Albion. Después de estas guerrillas que dejaron intacta la impronta de uno de nuestros grandes héroes, Velasco siguió navegando entre España y España américana en los convoyes de los generales Regio y Spinola.

No obstante, don Luis no había ganado aún la llave que da derecho a entrar por la puerta de la gloria eterna de la tradición e Historia de España. La obtendría y de oro en el sitio del Castillo de los Tres Reyes del Morro de La Habana en mil setecientos sesenta y dos. Por aquella época aún seguía de aquí para allá en su Navío "La Reina" formando parte de la escuadra del General Gutiérrez de Hevia a la sazón marques del Real Transporte. Ese mismo año se firman los Pactos de Familia entre España y Francia. Los gabachos nos ponen de nuevo a parir y los ingleses, mosqueados y con razón pues nos veían cómo peleles de los franchutes (de hecho lo éramos desde que Felipe V se ciñó la corona) destacan un contingente impresionante, aunque menos que en Cartagena durante mil setecientos cuarenta y uno, ante La Habana. En total se desplazan veinticuatro fragatas, veintitrés navíos de linea, ciento cincuenta embarcaciones menores y un contingente que rondaba los catorce mil hombres. Debío pensar George Pocock, a la sazón comandante de la expedición, que eran pocos hombres, sin duda la hazaña de lezo quedaba demasiado cerca y reforzó con cuatro mil hombres más el contingente a posteriori.

El conde de Abernale comandaría el desembarco inicial en que diez mil casacas rojas hoyaron territorio español. Al amanecer del seis de junio, una fecha a inscribir con letras de fuego en los anales de la historia de España. La flota evolucionaba por el canal viejo de Bahama. Una ruta un tanto intrépida par aun transporte de veintantos navíos de línea, quince fragatas, nueve avisos, tres bombardas y ciento cincuenta transportes. Esa ruta estaba en los derroteros cómo llena de bajíos, bancos de arena y arrecifes en los que era fácil embarrancar. Por ello la Junta de Defensa de La Habana dudaba de la pretendida amenaza de la referida flota. Se suponía que podría ser un convoy mercante entre Inglaterra y Jamaica. Aún así la confianza fue vencida por la prudencia y se puso al frente de la defensa al intrépido Velasco que ya pugnaba por eltrar de nuevo en combate. Máxime cuando el convoy inglés se avistó, con más de doscientas velas en el horizonte ante La Habana.

Los desembarcados iban tomando posiciones aún cuando el gobernador de la isla, Juan del prado había intentado reforzar las defensas exteriores con piezas de artílleria. Éstas fueron desplazadas casi a mano inténtandose por todos los medios resistirse a las acometidas británicas debiendo replegarse finalmente a la fortaleza de El Morro en espera de refuerzos. Velasco andábase comiendo las uñas mientras veia los avances enemigos. Dejó al mando de las baterías a Bartolomé Montes y se desplazó a las treinta baterías de las fortificaciones de Santiago. Ante su pericia, el fuego español se ceba, recordemos, con treinta bocas de fuego contra más de doscientas ochenta piezas de los buques británicos que ven con pavor cómo desde la fortaleza de El Morro llueve fuego con más acierto que los que el Stirling, el Dragon, el Cambridge y el Marlborough son capaces de contrarretar. Una andanada tras otra palos, brazos, artilleros y velas se van yendo a tomar viento debiéndose retirar a las seis horas de combate con un balance estremecedor para los sajones. El Stirling relativamente ileso, el Cambridge siniestro total y los demás así así.

Eran los buenos cañones forjados en los crisoles de la Cavada, en Asturias, los que permitian a Velasco, sus generales y todos los contendientes españoles tener una fe ciega en su artillería a la que los hechos revelaban cómo superior. Un cañón español por nueve de los ingleses. El Morro resistió dos meses en situación de inferioridad total ante el despliegue inglés. Imposibilitados para recibir refuerzos, el castillo, levantado por España cómo todos los ingenios defensivos del caribe, para resistir lo que fuera, recibía tantísimo fuego que un volcán a su lado no tenía nada que ver. Velasco, cómo el resto de los defensores se iban pareciendo cada vez más a esqueetos ambulantes. Sin embargo el cántabro derrochaba cada mañana, tras dormir sólo unas horas, una energía sobrehumana que contagiaba a resto de los contendientes a l verlo salir con el sable en la mano. Aún así, Velasco no es inmortal y tal hecho se descubre cuando un balazo inglés se hunde en su pecho reventando su interior. Sir Reppel, jefe en aquel momento del contingente inglés permite su traslado a La Habana donde los médicos ingleses no pudieron hacer nada salvo certificar que el héroe español no los acojonaría más. Tras una tregua de veinticuatro horas en la que se veló, misó y enterró al héroe los Ingleses tomaron el Castillo que no retornaría a España hasta el diez de febrero de mil setecientos sesentay tres, tras el Tratado de París.

Velasco sería un héroe no sólo para España sino también para Inglaterra. Por parte de España, Carlos III ordenó que se levantara en Meruelo (Cantabria) una estatua en su honor. Estatua que representaría a Velasco en el momento de ser alcanzado, con una mano en la herida que se lo llevó al otro barrio y la otra mano en el sable que blandió con orgullo y honor hasta el momento de su muerte. Se acuñaron medallas y se hicieron bustos tanto de él cómo de su segundo Gónzalez. Por el resto de los siglos, un buque español llevaría siempre el nombre de Velasco. Por parte de Inglaterra, los ingleses rindieron armas tanto a los defensores cómo a su comandante. Se levantó una estatua ensu honor en el panteón de hombre ilustres, en Websminster y se guardó el pabellón español caído en el combate de La Habana. Además, hasta principios del siglo XX se disparaban salvas desde todos los buques de guerra ingleses que pasaban cerca de Noja en honor del héroe. 

Un nombre que no se debe de olvidar y que debe de ser honrado cómo lo que fue. Un Héroe que murió por defender lo que hoy tantísimo se desnosta con facilidad. España.

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