sábado, 3 de septiembre de 2011

Un nuevo país.

La peliaguda cuestión autonómica es sólo un problema de forma.
Ayer contesté un comentario a un visitante vasco que decía sentirse nacionalista aunque no independentista. En ese momento pensé que, por nacionalista, debería referirse a regionalista, pues no creo que se pueda discernir entre nacionalismo y separatismo. Después caí en la cuenta que en nuestro País, cualquier cosa políticamente incorrecta es un torpedo bajo la linea de flotación del Sistema y, quien lo lanza, lo hace cómo fascista, antiespañol, etc, etc, etc. Así que, hoy en día en que nuestro país está formado por naciones, cómo los Estados Unidos, se puede ser nacionalista, español, antiseparatista y católico en un maremagnúm de apelativos que conducen a lo que verdadermanete es España. Un concepto discutible y discutido.

No es que se rompa, es que hacemos fisuras donde no las hay.
De hecho, cómo creo haber reiterado ya en alguna ocasión y a tenor de los acontecimientos que se van sucediendo a velocidad de vértigo en que el Gobierno es inutil, los nacionalismos periféricos llevan el timón del país, la traición está en casa de manos de los mismos que nos gobiernan, los jueces permiten a los proetarras gobernar y la Constitucion se cae a pedazos, el modelo actual de País, con una descentralización bestial que siguio a un centralismo brutal ha dejado un modelo estatal despedazado en que cada movimiento en pro de una mínima mejora se convierte en una nueva catátrofe concatenada que hiere de muerte un poquito más el sistema estatal. Máxime cuando la duplicidad de administraciones ya no es sólo un problema interno, sino que un sistema supranacional tambien influye en la concepción del estado, por cuanto la deslealtad de algunas administraciones que ven en Europa un referente con el que huir de España afecta a nuestra propia soberania nacional, base indeludible de la Constitución.

El conglomerado provincial de 1822, un nuevo error.
¿Donde está el problema? El problema está en la propia exencia del español. El español no puede vivir con otro español, pero enel momento que lo echa en falta ya está perdido. Así las cosas dentro del mismo Estado tienen que convivir,de manera natural, múltiples corrientes culturales que no pueden ceñirse a una determinada comunidad autónoma. La división provincial de 1833 vino a resolver un problema administrativo de gestión del territorio y sus habitantes pero trajo otro problema que es el no tener en cuenta que las extensiones culturales y tradicionales no tenían coincidencia con aquellos territorios, quedando en parte cercenadas o desplazadas. Con ello tenemos el germen del problema de deslealtad actual que era a lo que deseaba referirme en el presente artículo. Un problema de raigambre por el cual un pueblo indómito, el español, puede asumir una cabeza, un rey o caudillo pero nunca, nunca, va a permitir que se decida por él desde otra comunidad autónoma. La división territorial trajo consigo que pueblos o comarcas que pertenecian desde hace siglos a zonas concretas, históricamente arraigadas, de repente estuvieran en provincias distintas, paratiendo familias y hechos culturales carácteristicos.

En cainismo español en su máxima expresión.
Cuando Felipe V ocupo la Corona de España vino a hacer lo que su abuelete, Luis XIV quería, ni más ni menos que debilitar nuestro país a fin de tener un amigo dócil por debajo de los Pirineos o en todo caso un enemigo fragmentado, tal y cómo pensó que éramos Napoleón sin tener en cuenta que el español no puede ver al español, pero si se lo tocan salta cómo un resorte, manteniéndose unidos hasta que pase el peligro. De hecho la división de España en fragmentos que nada tenian que ver con los antiguos reinos trajo lo que se esperaba desde Francia y que se ha mostrado más concienzudamente en el siglo XX con sucesivas dictaduras en unafán por controlar lo incontrolable, pues del mismo modo que no se puede mezclar el aceite con el agua, determinadas regiones tienden a odiar el acercamiento a otras si consideran que están por encima de ellas en unas u otras facetas.

¿El nuevo estado español?
A tal fin yo pienso que, tras la barbaridad sugerida por el candidato del partido socialista al gobierno de España de suprimir las diputaciones, lo que verdaderamente habría que plantearse es sino sería mejor dejarlas cómo están, potenciarlascómo elementos de gobierno de las provincias que es para loq ue se diseñaron y suprimir el estado autonómico en aras de un estdo virreinal por el cual Castilla y Leon, Aragón y Navarra tuvieran ordenación legislativa, económica y territorial propia bajo el control de un Consejo de Estado en representación de la Corona que es, históricamente, el único elemento aglutinante y de unión, tal y cómo sucede en el Reino Unido con Inglaterra, Gales, Escocia e Irlanda del Norte. De hecho el sistema virreinal subsistio cuatro siglos sin grandes cambios, por lo que debió de ser un sistema plenamente útil, máxime cuando fue del mismo cuando surgio el actual conglomerado de paises de Hispanoamérica o las actuales provincias, que no autonomías.

Corona, Consejo de Estado, Consejo de Reino, Diputaciones y Ayuntamientos.
Por ello pienso que la actual debilidad del Estado obedece a que no es un Estado-nación sino, cómo decia mi amigo vasco un conglomerado de regiones con una carga histórica, cultural y territorial que verdaderamente las hacen naciones, pero no en el sentido que hoy se plantean, sino cómo regiones muy autónomas regidas por un orden superior basado en la obediencia y lealtad a la corona como elemento supremo del orden constitucional. Ésto, pervertido de manera preocupante en los últimos dos siglos es lo que ha convertido a nuestro país en la ruptura que es. No podemos ignorar que los vascos, catalanes o gallegos tienen un arraigo cultural propio ni que debe de ser objetivo prioritario del país mirar adelante y no quedarse estancado en la Guerra Civil. No podemos seguir pensando que la bandera rojigualda es el símbolo de nuestrso males ni que nosotros somos los mejores y España es el resto. No podemos querer todos independizarnos por lasmás peregrinas razones enlugar de unirnos y sacar a flote la increible herencia que hemos recibido desde el principio de los tiempos.

 El Movimiento se demuestra andando y la Constitución reformando.
En síntesis, creo que la reforma Constitucional del artículo 135 ha dejado una puerta abierta por la cual se ve que es posible que los grandes partidos pueden llegar a grandes pactos nacionales sin el chantaje de los partidos nacionalistas, que lejos de ser nacionalistas integradores (regionalistas) han pasado a ser una suerte de, conmigo o contra mi. El chantaje al que España está sometida por cuatro pelagatos ha quedado en evidencia con ésta reforma. Debemos pues plantearnos si es necesario que la representación popular cuente con éstos elementos, del mismo modo que debemos plantearnos si el actual modelo de Estado es viable o, cómo digo, debemos volver a un status quo anterior a 1700 en cuanto a instituciones y divisiones territoriales se refieren, actualizadas, cómo es obvio, a los tiempos actuales.


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