lunes, 19 de septiembre de 2011

Espana. Funcionario espanol, funcionario valiente.

España y Olé, el país de la pandereta, la paellas y los toros. Eleeee.
España es un pais maravilloso. En él, todo el que no quiera trabajar puede vivir perfectamente del cuento. Es así, la picaresca es una de nuestras más arraigadas señas de identidad desde el siglo de Oro. No hay que avergonzarse de ello. Fuimos capaces de levantar un imperio y de perderlo y aún así, con los morros hinchados a hostias, fuimos capaces de volver cantando con la rojigualda en ristre, rajada, sucia y acribillada, pero con el orgullo del trabajo y el deber cumplido. Eso es así. España es un lugar cojonudo donde, a pesar de cinco millones de parados aún no ha reventado la cosa porque es muy cansado salirse del bar para ir a pedir trabajo que, por otro lado, nos reporta menos que las paguicas y los subsidios del Estado. Ese estado cuajado de personas que se enfurecen cuando les mientas y se justifican en su iniquidad e inutilidad con el "el que quiera ser funcionario que gane la oposición cómo yo lo hice".

Eso es, el manual del buen funcionario.
Es muy triste. Un país que tiene por máxima aspiración de sus pobladores ser funcionario es, simplemente, un país acabado. En Estados Unidos, ser funcionario es la última opción. La opción a la que recurren aquellos que no son competitivos, aquellos que no son emprededores, aquellos que, no siendo productivos para el país, se dedican a trabajar en lo más sucio e inutil. Aquello que no sirve para crear riqueza sino para arrancar de ésta el trocito para mantener al Estado funcionando y poco más. En cualquier país un funcionario es un fracasado. Aqui es, simplemente, un héroe. Un superhombre o supermujer que, a cambio de ganar una oposición, trata cómo una mierda a aquellos que les pagan sus sueldos porque están amargados. Es una persona sobre todas las personas que, si les dices que estan bien pagados te dicen que son mileuristas cómo tu, sin mencionar, claro está los complementos y las jornadas ¿laborales? de las que gozan.

Lo más probable que te puedes encontrar cuando vas a arreglar algo.
Hay muy buenos profesionales que, cómo funcionarios, se ganan la vida. Es indudable eso y no voy a rebatir eso, pero podríamos decir que éste sector funcionarial es mínimo. La función pública no es inmune a la rutina y la desidia y éstas son tanto mayores cuanto más posibilidades tienes de escaquearte. Además se mosquean facilemente con los apesebrados que, sin un puñetero estudio se solapan y ocupan cargos que les dicen pertenecer e una ñucha intestina en la que al final, los perjudicados, son los mismos de siempre, los pagadores de impuestos, pues es lo que, a ojos de ésta gente y de los políticos que los mandan, sómos.  Así, cuando vamos a solucionar algún tramite es dificil que veamos a una persona que esté ahí para solucionarnos la papeleta, sólo vemos a alguien que cobra por no hacer más que fastidiarnos la vida para que, haciéndolo así nos aburramos y dejemos la gestión sin hacer. Así se ahorran trabajar. Eso es lo que pensamos la gran mayoría y, sus salidas de tono, no ayudan a que los respetemos más.

Que mala es la rutina.
Yo no soy un experto en asuntos estatales. Pero se, por experiencia propia, cómo todos lo sabemos, que la rutina interfiere negativamente en nuestro rendimiento laboral. Si esa rutina además encuentra un medio lo suficientemente compatible con la desidia obtenemos una persona que cobra sinhacer su trabajo. Ésto es, una persona que se cree con todos los derechos y ninguna obligación "porque para eso ganó su oposición". Craso error, pues eso es insostenible, cómo vemos en un Estado sobredimensionado cómo el nuestro en un País francamente improductivo para tanta gente chupando del bote. Creo que, llegados a éste punto, la figura del funcionario debe de ser más dinámica, más confiable y sobre todo más rentable. 

Funcionario o no, este debe de ser el destino.
¿Qué pasa con una persona que no rinde en su trabajo? Se la despide. ¿Cuantos funcionarios estarían en las filas del paro si ésto se aplicara al Estado? Muchos, y la valía de los mismos aumentaría viendo su trabajo en peligro sino cumplen con lo que se les exige en razón a su cargo. Un funcionario que gana una oposición es, por definición, un profesional muy cualificado, pues debe serlo para aprobar. ¿por qué permitir que se marchite cómo una flor a la que no se riega? Se le debe de exigir siempre, evaluarlo, formarlo y promocionarlo. Se debe remunerar en la medida de sus posibilidades y rendimiento y, por supuesto, mandarlo al paro cuando la evaluación no sea positiva, así se dejará ese puesto libre para otro que si puede rendir de manera satisfactoria. No creo que sea un alocura lo que digo. Es sólo que en un país tan acomplejado cómo el nuestro, tener la valentía política para modificar el estatus de uno de los pilares más intocables del Estado es, simple y llanamente, una Utopía. Todo llegará, pero lo hará cómo se hace todo en éste país, tarde, mal y por las bravas y sino, al tiempo.

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1 comentario:

Anónimo dijo...

Soy funcionario y no tengo que disculparme por mi trabajo. Ni soy un vago ni un maleante. En cuanto a mi negativa a trabajar en la empresa privada española con horarios antifamiliares e inhumanos, soportando malos tratos de jefes incapaces y con el riesgo continuo de que me larguen por no hacer felaciones, con perdón...pues lo he dicho todo. Estoy harto de tanta mentira y tanta infamia. Sé que hay muchos empresarios con ganas de lucrarse con el chollo público, y también que hay funcionarios vagos y demás. Los menos, en mi oficina somos 6, y salvo uno, los demás cumplimos de manera normal. Es cansino y además, un conjunto de tópicos lo que dices. Y sí, llegará el día en que los funcionarios nos hartemos. Llegará, y será pronto. Y no habrá policía, ni cirujanos, ni profesores, ni bomberos. Habrá gente muy harta de que todo el mundo los culpe del ladrillo, el pelotazo y la barbarie de los bancos. Aprueba una oposición, luego me cuentas.
Un saludo, arriba España.

Darle Caña a ésto: