Opinion. Suma y sigue.

Hace unos años, allá por el dos mil ocho, mi menda estaba trabajando en lo mismo que ahora. En aquella época, además, era de esos españoles que sólo pensaba que tenia una porquería de trabajo, que ganaba una miseria para lasjornadas interminables que realizaba y que debería aspirar a algo más. Por aquella época, inmediatamente anterior a la quiebra sel Sistema Financiero Internacional, el estallido de la burbuja inmobiliaria y la posterior debacle laboral en España, todo era fiesta. Barra Libre por asi decirlo. Trabajo en todo y para todos. Horas extras por doquier. Trabajo extra fuera de la ocupación normal. Dinero fresco y fácil e incluso poder permitirte el lujo de rechazar trabajos para irte de vacaciones una semana a Cancún despues de haber pagado la entrada de tu Audi, aparcado en tu flamante garaje nuevo.

Por aquel entonces, España era el ídilico destino de miles de inmigrantes, legales e ilegales. La Puerta de Europa no sólo era tránsito para otros países sino lugar de destino para muchos que, huyendo de la miseria de sus respectivos lugares de origen penetraban en el Primer Mundo de manos de españolitos que a base de mano barata se tornaban en explotadores de primer nivel cómo antaño lo fueran otros patronos con nosotrosen otros lugares de Europa. Si, España era oportunidad, trabajo, fiesta y sol. De eso ahora no queda más que desesperación a la puerta de las oficinas de empleo, trabajo inestable, botellones a los que se afilian mas facilmente nuestros jóvenes que al estudio y sol, eso si, el Sol que no falte.

Aquello pasó. Esa situación de barra libre pasó a convertirse en una situación de aqui pilla el que puede. Cáritas se convirtió en referencia para muchos españoles que antes aborrecian a laIglesia Católica y los contenedores de las grandes cadenas de alimentación se convirtió en punto de encuentro para los vecinos que antesmiraban con asco al rumanodeturno pidiendo en la puerta deese mismo supermercado. Vinieron las vacas flacas. El sistema financiero, primerísima prioridad de un gobierno que dice representar al Pueblo empezo a exigir tributo. El dinero es miedoso, ya se sabe, y los bancos tocaron a rebato. Nuestra magnífica ley Hipotecaria consiguió empobrecernos aún más obligando al pobre embargado a seguir pagando la diferencia. Asi las cosas, nuestros queridos Padres de la Patria, en lugar de hacer reformas estructurales de calado, se contentaron con seguirdando subvenciones a sindicatos, amiguetes y familia, hacer el plan E de estúpido para invertir en canchas de baloncesto tipo NBA en pueblos de doscientos habitantes donde el juego solo es conocido de oidas.

Los brotes verdes empezaron a salir ya hace unos años. Al menos eso dicen nuestros entrañables chupasangres calienta poltrona del Congreso. Cómo ellos tienen sus mágnificos sueldos de seis cifras a costa del erario público y pagados por todos. Para ellos, con sueldazo, privilegios de señor feudal, macropensión y rebajas fiscales que a los demás nos estan vedadas no es que hayan salido los brotes verdes, es que tienen lechugones enormes desde que empezo la crisis. Lastima que ya no se estile la guillotina para ir haciendo auditorias de patrimonio mientras se afila la cuchilla. En mi pueblo, mentar un políticocada vez es mentar más al Diablo y vamos casi por los cinco millones. ¿Quien da más?

Ayer, mientras los hijos de la Gran Bretaña celebraban que otro parásito más se les encaramaba a la Corona vía bodorrío de Prensa rosa, aqui se publicaba la EPA. Se hacía con mucho cuidado, aporvechando elsuperbombo de la boda de cuento de hadas inglesa que, enprincipio, a nosotros, ni nos debería ir ni venir. La consigna se ha visto desde lejos. Mucho bombo paralos principesde ese país que ha sidonuestro enemigo natural que aqui pintan bastos. No hemos llegado a los cinco millones, pero pardiez, que cerca que ha estado. Y para colmo, nuestro querido Valeriano Gómez, a la sazón sindicalista trincón de los de la vieja escuela reconvertido en ministro de Trabajo (Marxlos cría y ellos se juntan) nos sale con la gracieta del día. Por un lado que no debe de ser muy malo llegar a una tasa de paro que nos pone al nivel de los paises mas pobres de nuestro entorno. Por otro lado la gracieta de turno. Que no tiene importancia llegar o no a los cinco millones de parados. Si total, cómo está la cosa, uno más o uno menos no se nota. Bien por nuestro gobierno que da a la crisis un aspecto desenfadado. Suma y sigue.